El Rocio y Su Historia
Historia
Introducción El Rocío ha llegado actualmente al momento más importante de su historia. La Hermandad Matriz de Almonte, con sus hermandades filiales, han extendido esta devoción por todo el territorio español, rebasando incluso nuestras fronteras.
El momento culmen de la historia rociera viene, quizás, representado por la visita de S.S. el Papa Juan Pablo II el 14 de junio de 1993, hecho que viene a refrendar, por el Vicario de Cristo, la importancia que tiene esta expresión de religiosidad popular, que hunde sus raíces en la sencilla y sincera fe de un pueblo, que ha sabido conservar y transmitirla durante siete siglos de historia.
Tal evento deber ser un compromiso para todos los rocieros, tanto en nuestra vida espiritual, cuanto en la profundización en sus raíces históricas, compromiso que nos lleve a hacer realidad las palabras del Santo Padre: " haced de este lugar de El Rocío una verdadera escuela de vida Cristiana ".
El Rocío, cuya historia se encuentra hoy documentada en sus aspectos más importantes, ha estado envuelta en una leyenda, como ocurre con otras muchas advocaciones, que viene recogida en las Reglas de la Hermandad Matriz de 1758 y que comienza diciendo así: " Entrado el siglo XV de la encarnación del Verbo Eterno, un hombre que, o apacentaba ganado o iba de caza, hallándose en el término de la villa de Almonte " . Hoy la historia sitúa los orígenes del Rocío dos siglos antes y todo indica que fue el mariano monarca Alfonso X el Sabio (1252-1284) quien pudiera haber erigido aquella primera Ermita, tras su conquista de Niebla en 1262, mandando colocar allí la bella imagen de la Virgen.
Desde esa fecha y hasta hoy, la historia no deja de hacer referencia a la ermita de Nuestra Señora de las Rocinas.
Cuando en 1.653 Nuestra Señora de las Rocinas es nombrada patrona de la villa de Almonte, se acuerda celebrar unas fiestas solemnes con misa y sermón " para siempre jamás ", el día que la Iglesia lo estime o que el propio concejo acuerde. En un primer momento esta fiesta se celebraba el 8 de Septiembre, fiesta de la Natividad de María y también el 18 del mismo mes, que la Iglesia dedica al Dulce Nombre de María.
Más tarde las Reglas de la Hermandad de Almonte de 1.758 establecen: " Instituyéndose la fiesta el día segundo de Pascua del Espíritu Santo ". El cambio de fecha obedece al cambio de nombre de la Virgen, que pasa de Rocinas a Rocío, queriendo significar, que la Virgen del Rocío es la Virgen del Espíritu Santo.
En la actualidad, una Romería sin precedentes en la historia de la mariología moderna, es la fiesta principal dedicada a la Virgen del Rocío cuyo origen está recogido en el acta de proclamación del patronazgo. Si bien cabe pensar que esta Imagen venerada desde el Siglo XIII tuvo con anterioridad celebración festiva.
La Romería del Rocío es una fiesta de carácter religioso dedicada a la Virgen del Rocío cuya evolución ha sufrido algunos cambios de adaptación a las necesidades del momento pero que su contenido esencial sigue siendo el mismo.
La romería comienza el Sábado vísperas de Pentecostés, a las doce de la mañana, con la presentación de las Hermandades filiales que, hasta un total de noventa y ocho , y con un riguroso orden de antigüedad, van desfilando ante las puertas del Santuario, donde una nutrida representación de la Hermandad Matriz con el Presidente, Junta de Gobierno, Hermano Mayor y el Alcalde de la villa las van recibiendo. Cada una de estas hermandades detiene brevemente su carreta de Simpecado mirando a la puerta principal del Santuario, entonándose algún cántico dedicado a la virgen. Los romeros a pie, a caballo o en carretas engalanadas y tiradas por mulos o bueyes van desfilando, culminando así el final del camino, difícil y duro a veces, por los viejos y polvorientos senderos de siempre. Este desfile colorista, emotivo y solemne a la vez, impregnado de polvo, sudor y fe, es, quizá uno de los momentos más espectaculares de la romería. Bien entrada ya la noche las hermandades más recientes ponen el broche final a esta caravana humana que como un éxodo quieren rendir pleitesía a la Madre de Dios.
A las doce de esa misma noche del Sábado, por los alrededores del Santuario tiene lugar el llamado Rosario de Almonte donde el viejo Simpecado de la Hermandad Matriz dibuja su emblemática silueta centenaria entre luces de bengalas, tintineo incesante de campaniles y un eco ininterrumpido de avemarías van llenando de sones el espacio, hasta concentrarse en el Santuario, que durante toda la noche permanecerá abierto, lleno de gentes que rezan, lloran y cantan ante el altar de la Virgen.
Al día siguiente día grande de Pentecostés, a las diez de la mañana, en un lugar denominado el Real del Rocío y ante el monumento erigido para la coronación, tiene lugar la Eucaristía. La Misa de Pontifical . En un altar levantado a efecto se sitúan los Simpecados de las hermandades filiales. La cruz parroquial encabeza una solemne procesión que desde el Santuario se encamina a dicho altar, en ella una comitiva formada por la Junta de Gobierno de la Hermandad Matriz de Almonte, autoridades, sacerdotes-capellanes concelebrantes y el Obispo de la diócesis de Huelva que presiden la eucaristía, se van situando ante los Simpecados.
En la noche del domingo, todo estará ya preparado para el Rosario , donde todas y cada una de las hermandades por un itinerario previsto, se encaminan hasta el lugar de la concentración: "El Eucaliptal", inmensa explanada contigua al Real donde van llegando los estandartes de cada Hermandad acompañados por miles de romeros que irrumpen por todas las esquinas que convergen en esa gran plaza para rezar unidos.
La noche se llena de avemarías y salves y una letanía entre luminarias y tintineo de campaniles, inunda el aire trémulo de la madrugada. Ya no habrá sosiego. El Simpecado almonteño se encamina lentamente al Santuario, abarrotado de devotos que esperan para ver salir la procesión de la Virgen.
Los jóvenes de Almonte cuentan los minutos para sacar en procesión a su patrona. Es la madrugada del lunes, sin horas y sin tiempo que avanza impaciente. El viejo estandarte a duras penas cruza la nave del templo a través de un mar de enfervorizados devotos de Almonte y de otros lugares. Los almonteños difícilmente contienen el impulso de iniciar la procesión y que, por fin, en esa hora imprevista de cada año, tiene lugar.
La noche, el amanecer y el sol radiante del mediodía la van moldeando entre luces sombras y matices. La Virgen del Rocío, Blanca Paloma del Cielo, destelleante en la mañana, va deteniéndose ante los Simpecados de las hermandades para rezarle una y otra salve en un duro y largo recorrido procesional.
Toda la aldea ha salido a la calle, las campanas enloquecidas no dejan de sonar y una algarabía de vivas y más vivas van vitoreándolas entre pétalos de rosas y plegarias de flores.
Hacia las dos de la tarde cuando el sol de cada primavera se hace sentir plenamente, la Virgen del Rocío cruza las puertas del Santuario ante la aclamación unánime de los miles de romeros que agolpados en los alrededores de la ermita, esperan hasta el último momento para despedirla hasta el año próximo. En ese instante, la Romería, propiamente dicha culmina.
A partir de entonces las hermandades inician el camino de vuelta y la aldea del Rocío paulatinamente irá recobrando su silencio cotidiano, el candor de su marisma hecha flor de soledades y el susurro de la última plegaria:
La Virgen del Rocío
se queda sola,
en aquella marisma
siendo Pastora.
Salud y suerte
para el año que viene
volver a verte.
La Romería - Pentecostés
La Romería es el acontecimiento más importante del año rociero. Pero es Romería de Pentecostés, es decir, reunión del pueblo para celebrar, con María, su Madre, la venida del Espíritu Santo.
Por ello se cambio se nombre de Virgen de las Rocinas, que aludía al nombre del lugar donde se encuentra, al de Rocío. El nombre de Rocío se inspira en la liturgia de la Misa de Pentecostés, que en la oración Post-comunión, compara la acción del Espíritu Santo con la fecundidad del Rocío. " Sancti spiritus, Domine corda nostra mudet infusio et sui rori intima aspersione foecundent ". ( Cambia Señor nuestros corazones con la infusión del Espíritu Santo y fecúndalos con la íntima aspersión de su rocío ). En esta oración Rocío (Rori) y Espíritu Santo están llenos de contenido teológico y bíblico.
Por ello, se cambia el nombre de la Virgen de Rocinas, que aludía al lugar donde se encuentra, a Rocío. El nombre de Rocío se inspira en la liturgia de la Misa de Pentecostés, que compara la acción del Espíritu Santo con la fecundidad del Rocío. Por este motivo, se hace también el traslado de su fiesta del 8 de septiembre, cuando antes se celebraba, al domingo, Solemnidad de Pentecostés. Con estos acontecimientos el pueblo de ALMONTE quiso significar que la Virgen del Rocío es la Virgen del Espíritu Santo, la Virgen de Pentecostés.
También por este motivo, se invoca a la Virgen del Rocío con el título de BLANCA PALOMA, en alusión al Espíritu Santo en forma de paloma que preside sus andas.
La Romería de Pentecostés, que congrega en torno a la Virgen más de un millón de personas, se articula actualmente en torno a 100 Hermandades Filiales, bajo la dirección de la Hermandad Matriz de Almonte. Los actos oficiales de la romería comienzan la mañana del Sábado anterior a Pentecostés, con la presentación de las Hermandades y culmina el lunes con la Procesión de la Virgen.
Pero la Romería del Rocío es algo más que una serie ordenada de actos y cultos; en el Rocío cobran especial importancia los momentos de vivencia personal de la Fe, de encuentro del hombre con su Padre, Dios, al que nos lleva María; entre el cante y la alegría de nuestra tierra, en el Rocío cobran especial fuerza los sacramentos: las confesiones en el Santuario son muestras de rendiciones totales a Cristo, de conversiones profundas y sinceras, gracias a la acción del Espíritu Santo a través de la Santísima Virgen. La Eucaristía, siempre multitudinaria, es un claro ejemplo de que, a través de la Virgen, se llega a Dios. Las rejas del Santuario son testigos privilegiados de oraciones, súplicas, esperanzas y promesas cumplidas, en acción de gracias a María Santísima del Rocío.
La Romería - El Camino
Cuando un rociero habla del camino, se refiere al trayecto que realiza con su Hermandad desde su pueblo o ciudad, hasta la Aldea del Rocío . Es el camino que concluirá con la llegada al Rocío y la presentación ante la Virgen.
Un camino que es todo un canto a la naturaleza, a la amistad entre los hombres y mujeres, a los eternos valores de la fraternidad, la sana alegría, la plegaria y la espera por pisar las benditas arenas del Rocío y postrarse a los pies de la Virgen.
Camino de ida
En un sentido más amplio, el camino es la preparación para la Romería. Es un camino duro, sin las comodidades de nuestra época, pero el buen rociero está radiante de alegría porque, a cada paso, se acerca a su Madre, la Virgen. En el camino se comparte, se convive con los Hermanos en un claro ejemplo de fraternidad impregnado con el carácter festivo de nuestra tierra.
No podemos olvidar el sentido eclesial del camino. En él vemos al Pueblo de Dios caminando en torno a su Madre, representada por el Simpecado , que es el centro del camino. Ante él se celebra la Santa Misa del Alba, se reza el Angelus y al anochecer, el Rosario. Ante él se canta, se baila, y se llora. Cada Simpecado representa en su Hermandad, a la Virgen del Rocío y los Hermanos lo veneran con la misma Fe que cuando se postran ante Ella.
Pero los rocieros no sólo hacen este camino. Todos los Domingos del año van Hermandades al Rocío en peregrinaciones oficiales y también especiales, que hacen que la aldea del Rocío esté siempre llena de peregrinos que, como buenos hijos, acuden a ver a su Madre.
Esta idea del Camino, ha iluminado un nuevo proyecto, el Camino Europeo del Rocío , que pretende buscar las raíces de Fe de la nueva Europa que estamos construyendo. De Bruselas al Rocío, quedarán unidos los más importantes Santuarios Marianos: Bouraing, Chartres, Rocamadour, Lourdes, El Pilar, La Almudena, Virgen de los Reyes, de la Cabeza y del Rocío. Un camino que unirá a todos los cristianos de Europa, a través del amor a la Virgen del Rocío.
La Leyenda
«Entrado el siglo XV de la Encarnación del Verbo Eterno, un hombre (1) que, o apacentaba ganado o había salido a cazar, hallándose en el término de la villa de Almonte, en el sitio llamado La Rocina (cuyas incultas malezas le hacían impracticable a humanas plantas y sólo accesible a las aves y silvestres fieras, advirtió en la vehemencia del ladrido de los perros, que se ocultaba en aquella selva alguna cosa que les movía a aquellas expresiones de su natural instinto. Penetró aunque a costa de no pocos trabajos, y, en medio de las espinas, halló la imagen de aquel sagrado Lirio intacto de las espinas del pecado, vio entre las zarzas el simulacro de aquella Zarza Mística ilesa en medio de los ardores del original delito; miró una imagen de la Reina de los Angeles de estatura natural, colocada sobre el tronco de un árbol. Era de talla y su belleza peregrina. Vestíase de una túnica de lino entre blanco y verde, y era su portentosa hermosura atractivo aún para la imaginación más libertina».
«Hallazgo tan precioso como no esperado, llenó al hombre de un gozo sobre toda ponderación, y, queriendo hacer a todos patente tanta dicha, a costa de sus afanes, desmontando parte de aquel cerrado bosque, sacó en sus hombros la soberana imagen a campo descubierto, Pero como fuese su intención colocar en la villa de Almonte, distante tres leguas de aquel sitio, el bello simulacro, siguiendo en sus intentos piadosos, se quedó dormido a esfuerzo de su cansancio y su fatiga. Despertó y se halló sin la sagrada imagen, penetrado de dolor, volvió al sitio donde la vio primero, y allí la encontró como antes.
Vino a Almonte y refirió todo lo sucedido con la cual noticia salieron el clero y cabildo de esta villa y hallaron la santa imagen en el lugar y modo que el hombre les había referido, notando ilesa su belleza, no obstante el largo tiempo que había estado expuesta a la inclemencia de los tiempos, lluvias, rayos de sol y tempestades.
Poseídos de la devoción y el respeto, la sacaron entre las malezas y la pusieron en la iglesia mayor de dicha villa, entre tanto que en aquella selva se le labraba templo. Hízose, en efecto, una pequeña ermita de diez varas de largo, y se construyó el altar para colocar la imagen, de tal modo que el tronco en que fue hallada le sirviese de peana.
Aforándose en aquel sitio con el nombre de la Virgen de las Rocinas».
Introducción El Rocío ha llegado actualmente al momento más importante de su historia. La Hermandad Matriz de Almonte, con sus hermandades filiales, han extendido esta devoción por todo el territorio español, rebasando incluso nuestras fronteras.
El momento culmen de la historia rociera viene, quizás, representado por la visita de S.S. el Papa Juan Pablo II el 14 de junio de 1993, hecho que viene a refrendar, por el Vicario de Cristo, la importancia que tiene esta expresión de religiosidad popular, que hunde sus raíces en la sencilla y sincera fe de un pueblo, que ha sabido conservar y transmitirla durante siete siglos de historia.
Tal evento deber ser un compromiso para todos los rocieros, tanto en nuestra vida espiritual, cuanto en la profundización en sus raíces históricas, compromiso que nos lleve a hacer realidad las palabras del Santo Padre: " haced de este lugar de El Rocío una verdadera escuela de vida Cristiana ".
El Rocío, cuya historia se encuentra hoy documentada en sus aspectos más importantes, ha estado envuelta en una leyenda, como ocurre con otras muchas advocaciones, que viene recogida en las Reglas de la Hermandad Matriz de 1758 y que comienza diciendo así: " Entrado el siglo XV de la encarnación del Verbo Eterno, un hombre que, o apacentaba ganado o iba de caza, hallándose en el término de la villa de Almonte " . Hoy la historia sitúa los orígenes del Rocío dos siglos antes y todo indica que fue el mariano monarca Alfonso X el Sabio (1252-1284) quien pudiera haber erigido aquella primera Ermita, tras su conquista de Niebla en 1262, mandando colocar allí la bella imagen de la Virgen.
Desde esa fecha y hasta hoy, la historia no deja de hacer referencia a la ermita de Nuestra Señora de las Rocinas.
Cuando en 1.653 Nuestra Señora de las Rocinas es nombrada patrona de la villa de Almonte, se acuerda celebrar unas fiestas solemnes con misa y sermón " para siempre jamás ", el día que la Iglesia lo estime o que el propio concejo acuerde. En un primer momento esta fiesta se celebraba el 8 de Septiembre, fiesta de la Natividad de María y también el 18 del mismo mes, que la Iglesia dedica al Dulce Nombre de María.
Más tarde las Reglas de la Hermandad de Almonte de 1.758 establecen: " Instituyéndose la fiesta el día segundo de Pascua del Espíritu Santo ". El cambio de fecha obedece al cambio de nombre de la Virgen, que pasa de Rocinas a Rocío, queriendo significar, que la Virgen del Rocío es la Virgen del Espíritu Santo.
En la actualidad, una Romería sin precedentes en la historia de la mariología moderna, es la fiesta principal dedicada a la Virgen del Rocío cuyo origen está recogido en el acta de proclamación del patronazgo. Si bien cabe pensar que esta Imagen venerada desde el Siglo XIII tuvo con anterioridad celebración festiva.
La Romería del Rocío es una fiesta de carácter religioso dedicada a la Virgen del Rocío cuya evolución ha sufrido algunos cambios de adaptación a las necesidades del momento pero que su contenido esencial sigue siendo el mismo.
La romería comienza el Sábado vísperas de Pentecostés, a las doce de la mañana, con la presentación de las Hermandades filiales que, hasta un total de noventa y ocho , y con un riguroso orden de antigüedad, van desfilando ante las puertas del Santuario, donde una nutrida representación de la Hermandad Matriz con el Presidente, Junta de Gobierno, Hermano Mayor y el Alcalde de la villa las van recibiendo. Cada una de estas hermandades detiene brevemente su carreta de Simpecado mirando a la puerta principal del Santuario, entonándose algún cántico dedicado a la virgen. Los romeros a pie, a caballo o en carretas engalanadas y tiradas por mulos o bueyes van desfilando, culminando así el final del camino, difícil y duro a veces, por los viejos y polvorientos senderos de siempre. Este desfile colorista, emotivo y solemne a la vez, impregnado de polvo, sudor y fe, es, quizá uno de los momentos más espectaculares de la romería. Bien entrada ya la noche las hermandades más recientes ponen el broche final a esta caravana humana que como un éxodo quieren rendir pleitesía a la Madre de Dios.
A las doce de esa misma noche del Sábado, por los alrededores del Santuario tiene lugar el llamado Rosario de Almonte donde el viejo Simpecado de la Hermandad Matriz dibuja su emblemática silueta centenaria entre luces de bengalas, tintineo incesante de campaniles y un eco ininterrumpido de avemarías van llenando de sones el espacio, hasta concentrarse en el Santuario, que durante toda la noche permanecerá abierto, lleno de gentes que rezan, lloran y cantan ante el altar de la Virgen.
Al día siguiente día grande de Pentecostés, a las diez de la mañana, en un lugar denominado el Real del Rocío y ante el monumento erigido para la coronación, tiene lugar la Eucaristía. La Misa de Pontifical . En un altar levantado a efecto se sitúan los Simpecados de las hermandades filiales. La cruz parroquial encabeza una solemne procesión que desde el Santuario se encamina a dicho altar, en ella una comitiva formada por la Junta de Gobierno de la Hermandad Matriz de Almonte, autoridades, sacerdotes-capellanes concelebrantes y el Obispo de la diócesis de Huelva que presiden la eucaristía, se van situando ante los Simpecados.
En la noche del domingo, todo estará ya preparado para el Rosario , donde todas y cada una de las hermandades por un itinerario previsto, se encaminan hasta el lugar de la concentración: "El Eucaliptal", inmensa explanada contigua al Real donde van llegando los estandartes de cada Hermandad acompañados por miles de romeros que irrumpen por todas las esquinas que convergen en esa gran plaza para rezar unidos.
La noche se llena de avemarías y salves y una letanía entre luminarias y tintineo de campaniles, inunda el aire trémulo de la madrugada. Ya no habrá sosiego. El Simpecado almonteño se encamina lentamente al Santuario, abarrotado de devotos que esperan para ver salir la procesión de la Virgen.
Los jóvenes de Almonte cuentan los minutos para sacar en procesión a su patrona. Es la madrugada del lunes, sin horas y sin tiempo que avanza impaciente. El viejo estandarte a duras penas cruza la nave del templo a través de un mar de enfervorizados devotos de Almonte y de otros lugares. Los almonteños difícilmente contienen el impulso de iniciar la procesión y que, por fin, en esa hora imprevista de cada año, tiene lugar.
La noche, el amanecer y el sol radiante del mediodía la van moldeando entre luces sombras y matices. La Virgen del Rocío, Blanca Paloma del Cielo, destelleante en la mañana, va deteniéndose ante los Simpecados de las hermandades para rezarle una y otra salve en un duro y largo recorrido procesional.
Toda la aldea ha salido a la calle, las campanas enloquecidas no dejan de sonar y una algarabía de vivas y más vivas van vitoreándolas entre pétalos de rosas y plegarias de flores.
Hacia las dos de la tarde cuando el sol de cada primavera se hace sentir plenamente, la Virgen del Rocío cruza las puertas del Santuario ante la aclamación unánime de los miles de romeros que agolpados en los alrededores de la ermita, esperan hasta el último momento para despedirla hasta el año próximo. En ese instante, la Romería, propiamente dicha culmina.
A partir de entonces las hermandades inician el camino de vuelta y la aldea del Rocío paulatinamente irá recobrando su silencio cotidiano, el candor de su marisma hecha flor de soledades y el susurro de la última plegaria:
La Virgen del Rocío
se queda sola,
en aquella marisma
siendo Pastora.
Salud y suerte
para el año que viene
volver a verte.
La Romería - Pentecostés
La Romería es el acontecimiento más importante del año rociero. Pero es Romería de Pentecostés, es decir, reunión del pueblo para celebrar, con María, su Madre, la venida del Espíritu Santo.
Por ello se cambio se nombre de Virgen de las Rocinas, que aludía al nombre del lugar donde se encuentra, al de Rocío. El nombre de Rocío se inspira en la liturgia de la Misa de Pentecostés, que en la oración Post-comunión, compara la acción del Espíritu Santo con la fecundidad del Rocío. " Sancti spiritus, Domine corda nostra mudet infusio et sui rori intima aspersione foecundent ". ( Cambia Señor nuestros corazones con la infusión del Espíritu Santo y fecúndalos con la íntima aspersión de su rocío ). En esta oración Rocío (Rori) y Espíritu Santo están llenos de contenido teológico y bíblico.
Por ello, se cambia el nombre de la Virgen de Rocinas, que aludía al lugar donde se encuentra, a Rocío. El nombre de Rocío se inspira en la liturgia de la Misa de Pentecostés, que compara la acción del Espíritu Santo con la fecundidad del Rocío. Por este motivo, se hace también el traslado de su fiesta del 8 de septiembre, cuando antes se celebraba, al domingo, Solemnidad de Pentecostés. Con estos acontecimientos el pueblo de ALMONTE quiso significar que la Virgen del Rocío es la Virgen del Espíritu Santo, la Virgen de Pentecostés.
También por este motivo, se invoca a la Virgen del Rocío con el título de BLANCA PALOMA, en alusión al Espíritu Santo en forma de paloma que preside sus andas.
La Romería de Pentecostés, que congrega en torno a la Virgen más de un millón de personas, se articula actualmente en torno a 100 Hermandades Filiales, bajo la dirección de la Hermandad Matriz de Almonte. Los actos oficiales de la romería comienzan la mañana del Sábado anterior a Pentecostés, con la presentación de las Hermandades y culmina el lunes con la Procesión de la Virgen.
Pero la Romería del Rocío es algo más que una serie ordenada de actos y cultos; en el Rocío cobran especial importancia los momentos de vivencia personal de la Fe, de encuentro del hombre con su Padre, Dios, al que nos lleva María; entre el cante y la alegría de nuestra tierra, en el Rocío cobran especial fuerza los sacramentos: las confesiones en el Santuario son muestras de rendiciones totales a Cristo, de conversiones profundas y sinceras, gracias a la acción del Espíritu Santo a través de la Santísima Virgen. La Eucaristía, siempre multitudinaria, es un claro ejemplo de que, a través de la Virgen, se llega a Dios. Las rejas del Santuario son testigos privilegiados de oraciones, súplicas, esperanzas y promesas cumplidas, en acción de gracias a María Santísima del Rocío.
La Romería - El Camino
Cuando un rociero habla del camino, se refiere al trayecto que realiza con su Hermandad desde su pueblo o ciudad, hasta la Aldea del Rocío . Es el camino que concluirá con la llegada al Rocío y la presentación ante la Virgen.
Un camino que es todo un canto a la naturaleza, a la amistad entre los hombres y mujeres, a los eternos valores de la fraternidad, la sana alegría, la plegaria y la espera por pisar las benditas arenas del Rocío y postrarse a los pies de la Virgen.
Camino de ida
En un sentido más amplio, el camino es la preparación para la Romería. Es un camino duro, sin las comodidades de nuestra época, pero el buen rociero está radiante de alegría porque, a cada paso, se acerca a su Madre, la Virgen. En el camino se comparte, se convive con los Hermanos en un claro ejemplo de fraternidad impregnado con el carácter festivo de nuestra tierra.
No podemos olvidar el sentido eclesial del camino. En él vemos al Pueblo de Dios caminando en torno a su Madre, representada por el Simpecado , que es el centro del camino. Ante él se celebra la Santa Misa del Alba, se reza el Angelus y al anochecer, el Rosario. Ante él se canta, se baila, y se llora. Cada Simpecado representa en su Hermandad, a la Virgen del Rocío y los Hermanos lo veneran con la misma Fe que cuando se postran ante Ella.
Pero los rocieros no sólo hacen este camino. Todos los Domingos del año van Hermandades al Rocío en peregrinaciones oficiales y también especiales, que hacen que la aldea del Rocío esté siempre llena de peregrinos que, como buenos hijos, acuden a ver a su Madre.
Esta idea del Camino, ha iluminado un nuevo proyecto, el Camino Europeo del Rocío , que pretende buscar las raíces de Fe de la nueva Europa que estamos construyendo. De Bruselas al Rocío, quedarán unidos los más importantes Santuarios Marianos: Bouraing, Chartres, Rocamadour, Lourdes, El Pilar, La Almudena, Virgen de los Reyes, de la Cabeza y del Rocío. Un camino que unirá a todos los cristianos de Europa, a través del amor a la Virgen del Rocío.
La Leyenda
«Entrado el siglo XV de la Encarnación del Verbo Eterno, un hombre (1) que, o apacentaba ganado o había salido a cazar, hallándose en el término de la villa de Almonte, en el sitio llamado La Rocina (cuyas incultas malezas le hacían impracticable a humanas plantas y sólo accesible a las aves y silvestres fieras, advirtió en la vehemencia del ladrido de los perros, que se ocultaba en aquella selva alguna cosa que les movía a aquellas expresiones de su natural instinto. Penetró aunque a costa de no pocos trabajos, y, en medio de las espinas, halló la imagen de aquel sagrado Lirio intacto de las espinas del pecado, vio entre las zarzas el simulacro de aquella Zarza Mística ilesa en medio de los ardores del original delito; miró una imagen de la Reina de los Angeles de estatura natural, colocada sobre el tronco de un árbol. Era de talla y su belleza peregrina. Vestíase de una túnica de lino entre blanco y verde, y era su portentosa hermosura atractivo aún para la imaginación más libertina».
«Hallazgo tan precioso como no esperado, llenó al hombre de un gozo sobre toda ponderación, y, queriendo hacer a todos patente tanta dicha, a costa de sus afanes, desmontando parte de aquel cerrado bosque, sacó en sus hombros la soberana imagen a campo descubierto, Pero como fuese su intención colocar en la villa de Almonte, distante tres leguas de aquel sitio, el bello simulacro, siguiendo en sus intentos piadosos, se quedó dormido a esfuerzo de su cansancio y su fatiga. Despertó y se halló sin la sagrada imagen, penetrado de dolor, volvió al sitio donde la vio primero, y allí la encontró como antes.
Vino a Almonte y refirió todo lo sucedido con la cual noticia salieron el clero y cabildo de esta villa y hallaron la santa imagen en el lugar y modo que el hombre les había referido, notando ilesa su belleza, no obstante el largo tiempo que había estado expuesta a la inclemencia de los tiempos, lluvias, rayos de sol y tempestades.
Poseídos de la devoción y el respeto, la sacaron entre las malezas y la pusieron en la iglesia mayor de dicha villa, entre tanto que en aquella selva se le labraba templo. Hízose, en efecto, una pequeña ermita de diez varas de largo, y se construyó el altar para colocar la imagen, de tal modo que el tronco en que fue hallada le sirviese de peana.
Aforándose en aquel sitio con el nombre de la Virgen de las Rocinas».